dimecres, 23 de gener del 2013

Sobre el hecho nacional de Catalunya




La cuestión nacional de Catalunya en los últimos meses se ha convertido en el debate político más controvertido de los que hoy se dan en el contorno de toda su superficie y en el resto de las comunidades del Estado español. Destaca, por su marcada vehemencia reaccionaria, los comentarios del bloque oligárquico que lleva la marca “PP”, aunque el arranque de esta polémica de ahora haya que achacársela a CiU como el más fiel representante de la gran burguesía catalana, que es la que lo ha iniciado, no por amor platónico a Catalunya, sino por afán de controlar y gestionar el acervo económico, político y cultural de este país.

La política de recortes acometida por CiU en Catalunya, como pionera de estos últimamente en el Estado español, sobre la tarea liquidadora impuesta a los trabajadores por la sacrosanta Unión Europea (UE), en solo 18 meses le había llevado a unas cuotas de impopularidad semejante a las del PSC cuando éste fue descabalgado del tripartito. Ello le indujo al pensamiento de adelantar las elecciones, siendo el 11 d`Setembre el aldabonazo definitivo para la cita electoral del 25-N. Para el oportunismo de CiU la movilización del 11 d`Setembre de 2012 fue la gran ocasión de marketing que necesitaba para un renovado esfuerzo político; la cifra de 1,5 millones de manifestantes fue oficializada (aun sabiendo que eran menos), y que unos cientos de miles de indignados lo hacían contra los recortes precisamente aplicados por CiU.

Hay que reconocer que el manejo y la pomposidad, como una exaltación independentista, propagada durante unas semanas por los medios de comunicación controlados por CiU, descolocó a sus socios de la burguesía centralista a golpe de titulares y encuestas cantando, hasta desgañitarse, la mayoría absoluta envuelta en consignas segregacionistas de cara a la UE, de Estado catalán independiente bajo el manto de acero de la influencia heterónoma del polo imperialista de la UE. La reacción del bloque oligárquico españolista hegemonizado por la plutocracia del PP-PSOE, contratacó con todo el peso de persuasión aireando dossiers de corrupción y recabando ayuda a sus homólogos europeos de corte imperialista, azuzándolos contra los segregacionistas de Catalunya con declaraciones preñadas de dificultades a la aspiración de un Estado propio dentro del marco de la UE, junto con la intolerancia institucional inserta en la Constitución española del 78. Estos elementos dubitativos en un gran sector de la burguesía catalana y, sobretodo, el rechazo del movimiento obrero y popular a las agresiones devenidas de CiU, en las urnas le dieron la vuelta a las encuestas con un veredicto que truncó la mayoría absoluta paladeada antes de tiempo por lo reaccionarios dirigentes de CiU.

Aunque los resultados electorales le salieron mal a la coalición de Artur Mas, éste ya se había metido en el atolladero soberanista, limitando con ello su mandato a dos años vista. ERC, para darle su soporte, le exige el cumplimiento del referéndum independentista para el 2014 que Artur Mas ya quería postergar. De manera que la legislatura de CiU solo puede mantenerse hasta esa fecha; tanto si gana como si pierde el mentado referéndum habrá nuevas elecciones: o por emersión de una nueva situación política, o por el fracaso de la perspectiva. 

Sea como sea la expectativa independentista va “in crescendo” de forma acelerada como no se había visto hasta ahora, aunque con lamentables contradicciones propias de un proceso hegemonizado por la burguesía. La posición de CiU, que es la locomotora principal que tira de este convoy en el desigual combate, es de sometimiento a los dictados de la UE, que tiene como primera misión el recorte presupuestario de 4.000 millones de € para Catalunya en este primer año y la liquidación de todas las conquistas sociales en muy pocos años. ERC y el resto de fuerzas de las llamadas izquierdas que se presten a ello a cambio de una falsa independencia, o de lo que sea, tropezarán con la fábula de la rana y el escorpión1. Si es que se dieran cuenta, sería calamitoso y tarde.

Digan lo que digan nos encontramos en un proceso de cambios históricos La contumacia de la crisis estructural del capitalismo lleva aparejada la descomposición del modelo capitalista y de sus formas organizativas fundamentadas en el Estado-Nación para el reparto y sometimiento de los mercados. Asistimos al derrumbe del sistema de barreras arancelarias de mercancías y de circulación monetaria. El poder político como lo hemos conocido es transmutado a las transnacionales del neoliberalismo, y/o no pinta nada, y España se desangra en el marasmo de la fuga de capitales en desbandada y en el caos de la picaresca y la corrupción. 

La gran burguesía catalana, depredadora y pérfida como la que más, busca su propia salida a esta nueva situación, y sabe que no puede tener futuro si no es con un fuerte movimiento de masas que respalde e impulse su opción. La clave para la acumulación de fuerzas cara a la pugna contra el aparato de poder centralista del Estado español, entre dos fuerzas desiguales pero igual de opresoras, es el victimismo de la burguesía catalana utilizando el reparto asimétrico de la política recaudatoria impuesta a Catalunya por el círculo del poder central, tanto en el capítulo de partidas dinerarias distintas para la hacienda catalana, como para infraestructuras. CiU no tiene inconveniente en que se popularice el hecho real de que una parte del dinero cedido no retorna a Catalunya, que se dedique a tapar agujeros negros como los de Bankia. Lo que si trata de ocultar es la implicación directa de CiU en el saqueo de la sanidad pública catalana, al resto de corruptelas y a su complicidad con todos los gobiernos centrales del PSOE y PP, y en el Parlamento español a la hora de arruinar a la clase obrera y sectores populares; en el retrotraimiento de las conquistas sociales, endureciendo la dictadura del capital mediante leyes y actuaciones brutalmente represoras contra la población trabajadora.

CiU, que compite en el fenómeno populista, aplica a las clases obrera y media de Catalunya una política canalla, sin ningún remordimiento de conciencia al sufrimiento de los 900.000 parados, a las penurias de los ancianos como resultado de sus acciones restrictivas de gobierno, a los escolares que ya no reciben el desayuno en los colegios ni otro tipo de comedores, y a los barrios con agudas bolsas de hambruna; mientras que sus élites acumulan obscenas fortunas procedentes de estipendios escandalosos y por “alargar la mano”, con dolo, más allá de la legalidad permitida, estafando compulsivamente a las arcas públicas.

El PP, con el apoyo del PSOE, se atrinchera en la Constitución, en la defensa de los valores patrios y en la integridad territorial de las Españas. Este es el debate que hoy impregna al bloque del PP que gestiona los destinos de la totalidad de los habitantes del Estado español, y el otro minoritario, de Catalunya, todos los agravios anotados anteriormente.

Nosotros, los comunistas del PCPC, hace años discutimos el problema histórico que desde centurias aqueja a Catalunya, como partido nacional y como organización genuina de la clase obrera con una parte importante de su militancia procedente de la inmigración de otros pueblos y regiones del Estado español. Nuestras conclusiones fueron el convencimiento de que Catalunya reúne todas las características de una Nación, por nuestra parte, apoyando y luchando por el derecho de autodeterminación, aceptando, si así lo decide un plebiscito, la independencia. Convencimiento este no por esnobismo u oportunismo, sino a través del estudio, como hemos podido, del desarrollo antropológico social, político y económico de este país desde la metodología del materialismo histórico y dialéctico, como corresponde a una organización marxista-leninista.

Pero dicho esto, en este contexto, decimos también que la cuestión nacional es una parte de la cuestión general de la lucha de clases, en un plano concreto del reparto de los derechos y no de los conceptos democráticos abstractos. En el movimiento de liberación de cualquier pueblo oprimido en el que se puede ver reflejado Catalunya, está dividido en dos campos: el que integra a la burguesía nacionalista que aspira al poder absoluto para ejercer la hegemonía total, y el que se ubica en el ámbito social dependiente del valor de su fuerza de trabajo. Por tanto la independencia de Catalunya, tendrá un valor real para los trabajadores si esta sirve para su emancipación y deja de ser una clase social oprimida.

La perspectiva que se nos ofrece no es esta, sino un cambio de sumisión como nación dependiente y como clase doblemente explotada: por la oligarquía periférica y por el polo imperialista de la UE. Por eso el debate entre la izquierda plural orgánica catalana y la que se autodefine como antisistema, es falso; no hay más que ver los programas propios de un lado, y del otro, los apoyos a candidaturas populares, ambos extremos con líneas convergentes hacia la senda pantanosa de la UE, agarrados como borrachos a la mano amiga de la Siryza griega. Para nosotros, de lo que se trata es de apoyar un movimiento nacional encaminado a debilitar el imperialismo y derrocarlo, y no a reforzarlo como es lo que busca CiU y hacen quienes entran en el desvarío de la inconsciencia o el oportunismo.

Por otra parte la cuestión catalana, vista desde fuera, puede ser complicada en su entendimiento si solamente la enfocamos desde la visión de un marco estrictamente ideológico, ninguneando las categorías en la estructuración global burguesa, aunque la de España y la de Catalunya pertenezca al mismo bloque de dominación instalado en la UE y en los cánones comunes que engarzan el pensamiento capitalista. La cuestión catalana es la manera de vivir y de sentir de un pueblo, obligado a otra cultura, otra psicología; a ocultar sus sentimientos y, en distintas épocas, a la criminalización y prohibición de su lengua vernácula. Todo ello ahogado por una fuerza foránea con la complacencia de su propia burguesía en una doble vertiente de opresión. Pero la burguesía catalana nunca ha renunciado a su privilegio histórico de dominación sobre el pueblo de Catalunya, durante la dictadura de Franco el pujolismo se preparó a conciencia para ello consiguiendo erigirse en el “pal de paller” de la mayoría del movimiento independentista social y religioso. El 11 d`Setembre de 2012, con todas las matizaciones ya descritas, ha supuesto un hito de reinicio de algo vivo, con sus constantes vitales, pasado un lapsus de somnolencia. Así que esto no es una cuestión pasajera.

Este país –me refiero a todos los pueblos de España-, con una constitución obsoleta desde su nacimiento, necesita una transformación realmente democrática; una transformación que acabe con la hegemonía burguesa para que el pueblo llano pueda ejercer libremente el derecho a decidir. Con el capitalismo no hay paz ni progreso para el movimiento obrero y popular.

Sin embargo para muchos y muchas aún esto no está suficientemente claro. La lucha por las libertades ha de enfocarse primeramente contra las barreras que las impide: la monarquía española y la constitución, con esos dos obstáculos es imposible la conquista de la autodeterminación ni las demás libertades incluida la no dependencia de la UE y su rechazo al € y a la OTAN; entre estas no puede haber contradicción. Depende de cómo se resuelva y de cómo lo entendamos se acabará o en un proceso reaccionario que deje las cosas como están, o en un transcurso de carácter revolucionario guiado por un Frente Obrero y Popular hacia el Socialismo. Nuestra opción comunista es esta última.

Y eso conlleva a una oferta de diálogo y de alianzas no interclasistas, asentada en el movimiento proletario y popular a través de Comités de Unidad Obrera y Comités de Unidad Popular. Naturalmente con un programa revolucionario republicano para un modelo de Estado Socialista-Comunista de carácter Confederal, que aliente al hermanamiento solidario de todos los trabajadores y pueblos de España en un mismo proyecto de liberación contra el absolutismo y la explotación. Esa es la Catalunya que defenderemos los comunistas del PCPC.


Barcelona, 10 de Enero de 2013

Miguel Guerrero Sánchez
Secretario General del Partit Comunista del Poble de Catalunya (PCPC)




(1) Un escorpión tenía que cruzar un lago y no sabía nadar, le pidió a una rana que le hiciera el favor de transportarlo en sus espaldas. Cuando llegaron a la otra orilla el escorpión le clavó el aguijón venenoso a la rana. Esta se le quejó diciendo: hemos hecho un trato, ¿por qué ahora me haces esto? Y el escorpión le contestó: porque este es mi carácter.